Decíamos en el citado artículo -en relación a las buenas intenciones de principio de año- que pasado un breve lapso de tiempo (a lo sumo, dos/tres semanas), volvemos a estar sobrecargados/as como lo estábamos a finales del año anterior continuando con una rutina y una manera de actuar que sigue sumando desencanto y, a la postre, haciendo que nuestro trabajo no sea todo lo productivo que se requiere, mientras que no nos aporta la satisfacción que deseáramos al respecto.
Pues bien, si hoy 23 de marzo de 2018 formas parte de esa minoría que “se ha puesto las pilas” y está llevando a cabo de manera adecuada la gestión de sus propósitos de inicio de año, solo nos queda felicitarte y darte nuevos ánimos para que sigas “progresando adecuadamente”.
Por el contrario, si formas parte de esa mayoría que, por un motivo u otro, ha vuelto a caer en la habitual rutina de no poder acometer los cambios que tanto anhelaba, se nos ocurre que puedes elegir entre una de las dos opciones que recogemos a continuación:
- Desanimarte, decirte una vez más que no eres capaz de acometer los cambios que te propones y, en definitiva, esperar que termine el año actual, comience el nuevo y que se produzca ese milagro que ¿cuántos años llevas esperando y no llega?.
- Aceptar que, una vez más, el primer trimestre no ha servido para poder iniciar los cambios previstos, pero tener claro que quedan ¾ partes del año y, de nuevo, revisar los propósitos y actualizarlos a la situación actual.
No es necesario que nos preguntes cual de las dos opciones, como consultores, defendemos, ya que consideramos que solamente es válida la segunda, dejando la primera para la profesión de plañideras, o similar.
Al actualizar el número, alcance y fechas de materialización de los objetivos a volver a establecer, debes revisar cuál de los siguientes motivos han podido intervenir en la inacción padecida durante el primer trimestre de 2018:
- Elevado número de objetivos a alcanzar.
- Gran dificultad implícita en alguno de los objetivos establecidos.
- Carencia de medios adecuados para poder acometerlos.
- Fechas imposibles de cumplir.
- Sobrevaloración del rigor y constancia de uno/a mismo/a.
- Circunstancias sobrevenidas que han impedido disponer de los medios inicialmente previstos (tiempo, económicos, etc.).
Una vez revisada la lista anterior, ampliada en todos aquellos motivos que se hayan producido y solamente tú conoces, ello debe servirte para evitar caer a futuro en los mismos errores de planificación inicial.
Sea como sea, tienes una oportunidad de oro para demostrarte que las personas que avanzan no son las que no se caen, sino aquellas que se levantan con fuerza renovada, tras cada una de las caídas padecidas.
Un abrazo y suerte en tu nuevo empeño.
Óscar Hortigüela