¿TIENE FUTURO MI FUTURA PENSIÓN?

¿TIENE FUTURO MI FUTURA PENSIÓN?

La palabra jubilación proviene del latín «iubilare» (gritar de alegría).

¿Pero…qué nos está llevando a pensar que en el momento de nuestra jubilación gritaremos más de miedo que de alegría?

Lo que nos está internando en esa senda tenebrosa no es sino la vida misma y la realidad de los números.

La vida, porque todos la queremos lo más larga y placentera posible.

Los números, porque efectivamente, a una esperanza de vida creciente le está acompañando una natalidad en descenso, una tasa de desempleo en aumento, y un envejecimiento de la población evidente, que cada vez exige más recursos públicos para pagar pensiones durante más años, para sustentar el incremento del gasto sanitario…

Es una realidad que cada vez menos cotizantes van a tener que sostener a más beneficiarios, y en este caso….menos no es más.

Por ello, nuestros gobiernos tienen por delante importantes retos para garantizar la sostenibilidad de sus sistemas de pensiones.

En España, la última gran reforma de la pensión de jubilación data de 2011, y se irá aplicando de forma progresiva hasta 2027 en que surtirá plenos efectos.

En ella se ha introducido modificaciones en los tres parámetros que se tienen en cuenta para calcular el importe de la pensión de jubilación:

  • Edad: Se retrasa la edad de jubilación (en función del número de años cotizados)
  • Número de años que se tienen en cuenta para calcular la pensión, (a partir de 2022 serán 25 años, y es previsible que acabe calculándose sobre las cotizaciones efectuadas a lo largo de toda la vida laboral).
  • Porcentaje a aplicar en función del número de años cotizados: Se exigen más años para aplicar un porcentaje del 100% (en este momento se exigen 35 años y medio cotizados, en 2027 serán 37)

Junto a ello se han introducido dos factores importantes

  • El factor de sostenibilidad: Cuya puesta en marcha parece que –en el último acuerdo para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2018- se pospone hasta 2023 , y supone una reducción del importe de la pensión de jubilación con relación a la que se percibiría aplicando las reglas actuales. Se trata de ajustar el importe de las pensiones a la esperanza de vida con el fin de repartir el mismo importe global de pensión de jubilación entre más años de vida del jubilado. (El recorte en 2019 podía suponer alrededor de un 0,5%)
  • El índice de revalorización de las pensiones: En 2013 se abandonó el sistema anterior que pretendía mantener el poder adquisitivo de las pensiones basando la revalorización en el IPC, y se creó uno nuevo en el que la sostenibilidad financiera es el objetivo principal, de tal forma que lo que determina en gran parte la revalorización de las pensiones es la situación de ingresos y gastos de la Seguridad Social a medio plazo. Se establece una revalorización mínima del 0,25% y máxima del IPC+0,5%.

Si bien parece que para 2018 se va aplicar una revalorización del 1,6% equivalente a la inflación prevista para este ejercicio económico

A lo que hay que añadir entre las medidas adoptadas:

  • Las encaminadas a desincentivar la jubilación parcial a partir de 1 de enero de 2019, obligando a cotizar al jubilado parcial de forma progresiva, por la misma base de cotización por la que cotizaría a jornada completa, lo que supone un incremento de gasto considerable para las empresas.
  • Y la mayor facilidad para compatibilizar trabajo y pensión de jubilación, con lo que se garantizan más cotizaciones a Seguridad Social y no desaprovechar el talento del cada vez más rejuvenecido colectivo de jubilados.

Es evidente que todas estas medidas van encaminadas a contribuir al sostenimiento del sistema de pensiones, un sistema, el español, solidario y de reparto, – si bien, en más ocasiones de las deseadas priman más los intereses políticos de nuestros gobernantes, que la consecución del mejor sistema de garantía de pensiones-

Dado que la sostenibilidad del sistema global incide directamente –a la baja- en el importe individual de la pensión de cada jubilado, la relación entre la pensión de jubilación y el último salario percibido (la llamada tasa de sustitución) es cada vez más distante.

A ello contribuyen las reformas en la forma de cálculo de la pensión anteriormente descritas, la esperanza de vida, el sistema de revalorización, los salarios que han sufrido importantes recortes a consecuencia de la crisis económica, las situaciones específicas de algunos colectivos como autónomos, mujeres etc.

Por todo ello, es muy probable que en un futuro no muy lejano, no todos los recursos necesarios para el pago de las pensiones puedan provenir del sector público (en 2017 el déficit de la Seguridad Social volvió a ser de 18.000 millones de euros), por lo que no podemos escapar de una cada más necesaria planificación económica de la etapa –cada vez más larga- de la jubilación.

Va a ser necesario para poder…”gritar de alegría”

 

Mayo de 2018
SOROBAN Gestión Laboral